Comentario
Venecia estaba bajo dominio austriaco desde los últimos años del siglo XVIII. Los primeros momentos de dominación austriaca estuvieron marcados por el pago de gravosos tributos y fuertes aranceles, pero a partir de la década de 1840 la situación fue favorable para los venecianos, ya que se realizaron importantes trabajos de modernización en la zona como la instalación de la iluminación de gas, la conclusión de la vía férrea que unía Milán con Venecia o la remodelación del sistema de calles. Sin embargo, estos signos del progreso no implicaban en la mentalidad veneciana nada positivo, ya que seguían bajo el férreo dominio extranjero, pagando fuertes impuestos y sin poder tomar sus propias decisiones políticas. Al mismo tiempo, las libertades conseguidas por otros pueblos como los franceses aumentaban los sentimientos antiaustriacos. Las conspiraciones en las calles venecianas eran cada vez más frecuentes y el teatro de La Fenice se convirtió en el centro de la protesta, especialmente con motivo de la representación de la ópera "Macbeth" de Verdi. Los venecianos acudían a las funciones vistiendo los colores de la enseña nacional italiana -verde, rojo y blanco- y lanzaban al escenario ramos de flores también con esos colores. Ante estos actos nada podía hacer la policía secreta austriaca. Uno de los líderes populares era el abogado Daniele Manin.
En los primeros meses del año 1848 las protestas contra la ocupación austriaca empezaron a subir de tono en otras ciudades del norte de Italia como Milán o Padua. En previsión de que estos actos se repitieran en Venecia, Manin y otro líder popular llamado Niccolò Tommaseo fueron encarcelados el 18 de enero. Los aires revolucionarios afectaron a toda Europa durante este año y llegaron a la propia capital imperial, Viena, donde el emperador aceptó una monarquía constitucional. Estas noticias supusieron un importante estímulo para los venecianos y el 17 de marzo las masas asaltaban la residencia del gobernador austriaco, ubicada en las Procuradurías Nuevas. Al día siguiente, las tropas austriacas disparaban contra los venecianos en la Plaza de San Marcos, produciéndose las primeras víctimas. Los insurrectos, liderados por Manin, no dudaron en tomar las armas del Arsenal. Al mismo tiempo, los miembros italianos del ejército austriaco se negaron a utilizar la fuerza contra sus compatriotas. Ante esta situación el ejército austriaco se retiró y Manin fue elegido presidente de la llamada República de San Marcos.
La reacción austriaca no se hizo esperar y ese mismo verano las tropas regresaron al Véneto. Paulatinamente, el Imperio austriaco iba recuperando los territorios perdidos. Venecia conseguía resistir gracias a su privilegiada situación geográfica. La ciudad empezó a ser asediada en el otoño, poniéndose pronto de manifiesto la escasez de los recursos para la resistencia. Aún así, las familias más ricas de la ciudad no dudaron en vender sus joyas para sufragar los gastos de la resistencia, consiguiendo la nada despreciable suma de 1,3 millones de liras. Venecia se convertía así en un ejemplo para todos los italianos que deseaban la independencia. A lo largo del invierno de 1848-49, el hambre y las enfermedades diezmaron una población que veía como se disparaban los precios de los alimentos básicos. Pero la resistencia continuaba, a pesar de las malas noticias que llegaban del exterior -los austriacos habían vencido a los insurgentes en la batalla de Novara-. Durante el verano de 1849 el cólera se sumó a las desventuras que estaba sufriendo Venecia, por lo que el 3 de agosto Manin decidía capitular. Las provisiones sólo aguantarían hasta final de mes, considerándose la decisión más acertada. La plaza de San Marcos era ocupada de nuevo por las tropas austriacas el 27 de agosto. Los patriotas italianos tendrían que esperar en esta ocasión sólo 17 años para verlas marchar definitivamente.